A ninguno se nos ocurría visitar la playa sin ponernos crema solar o sin llevar gafas de sol. Pero cuando hablamos de ir a la montaña o a zonas muy frías en las que puede nevar, muchas veces lo dejamos pasar por alto creyendo que en esta situación no es tan importante. La realidad es que esto es un grave error y puede traernos serios problemas tanto en la piel como en los ojos.
¿Por qué la nieve puede dañar tus ojos?
¿Sabías que la nieve refleja el sol cuatro veces más que la arena de la playa? Esto se debe al albedo, su nombre proviene de ‘’albus’’ que significa luz o color pálido. El albedo representa el porcentaje de radiación que una superficie refleja respecto a la que recibe. La nieve tiene el porcentaje más alto de los materiales de la tierra, un 86% frente al 10% del océano, el albedo medio en la superficie terrestre es de alrededor del 35%. Las superficies claras y con brillo tienen un albedo superior que las oscuras y mates.
Tanto la altitud de una montaña o las zonas en las que suele encontrarse mayor cantidad de nieve, pueden afectar nuestra salud ocular. A mayor altitud hay menos densidad en la atmósfera, menos contaminación y otras partículas suspendidas en el aire por lo que, aunque nuestros pulmones lo agradecen la radiación ultravioleta es aún mayor.
Problemas oculares que se pueden ocasionar
Sin una protección adecuada, las radiaciones ultravioletas del sol pueden producir lesiones oculares como irritación e inflamación de la córnea y la conjuntiva, y otras más perjudiciales como las úlceras corneales. La nieve multiplica la cantidad de radiaciones ultravioletas por lo que deberemos tener más cuidado que de costumbre para protegernos ante sus efectos.
Incluso hay una afección tan relacionada con la nieve que se ha bautizado con el nombre: oftalmia de la nieve. La oftalmia de la nieve es una queratoconjuntivitis, es decir una hinchazón de la córnea y la conjuntiva, normalmente afecta a ambos ojos a la vez. Este problema se presenta habitualmente en personas que practican deportes de invierno como el esquí, aunque también en alpinistas. Los síntomas comienzan unas horas después de la exposición con fotofobia y lagrimeo, más tarde se produce un enrojecimiento del ojo, dolor y puede llegar a la ceguera temporal.
En el caso de sentir estos síntomas debes acudir con la mayor brevedad posible a un experto de la visión como los de Centro Óptico Balbuena que pueda diagnosticar el problema y ofrecerte un tratamiento adecuado. Normalmente es suficiente con la aplicación de lágrimas artificiales o pomadas para paliar los síntomas. Pero no debes confiarte ya que los daños solares son acumulativos, igual que cuando nos quemamos en la playa un año tras otro.
Recuerda que es fundamental proteger tus ojos tanto en verano como en invierno. Usa gafas de sol homologadas y dispongan el certificado de calidad adecuado.